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Unidad de sentimientos
Una grabación original de este discurso está disponible en churchhistorianspress.org (por cortesía de la Biblioteca de Historia de la Iglesia).
Conferencia General de la Sociedad de Socorro
Tabernáculo, Manzana del Templo, Salt Lake City, Utah
3 de octubre de 1962
Mis queridos hermanos y hermanas, justo antes de entrar en el jardín de Getsemaní la noche en que fue traicionado, el Señor, “alzando los ojos al cielo”14, oró al Padre. El presidente McKay se ha referido a esta oración como “la oración más grandiosa que se haya pronunciado en este mundo, y la de mayor impacto”15. Su oración fue por aquellos que habían creído en Él y “por los que han de creer” en Él. El siguiente versículo encierra un mensaje sublime: “… para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”16.
Esta es la más bella expresión del principio de la unidad. Es este principio de unidad, este espíritu de ser “uno” los unos con los otros y con nuestro Dios, lo que ha sido una pieza instrumental para hacer posible que la Iglesia progrese y alcance los propósitos para los que fue establecida.
Una de las declaraciones del profeta José Smith a la Sociedad de Socorro que tiene grande y perdurable importancia es que “por la unidad de sentimientos, obtenemos poder con Dios”17. Esta es una expresión del principio de la unidad que muestra cómo obra este principio para cumplir propósitos. Él instó a las hermanas a que obtuvieran poder de lo alto siendo “una” en espíritu y en la determinación de hacer lo que Él desea que hagan. La evidencia de que lo han hecho está en el crecimiento y en los logros de la Sociedad de Socorro por todo el mundo. Las vastas expansiones de tierras y los océanos de agua que nos separan no alteran ni disminuyen el sentimiento y la necesidad de “unidad”. Un cuarto de millón de mujeres unidas en sentimiento y propósito, buscando el poder de nuestro Padre Celestial en rectitud, pueden ejercer un formidable poder para bien donde sea que estén.
¿Cuál es este poder que podemos obtener? Dado que procede de nuestra unidad con Dios, nuestro Padre, y Su Hijo, Jesucristo, ¿no es, en palabras de Miqueas, hacer “lo que es bueno y lo que pide Jehová de [nosotros]… hacer justicia… y [humillarnos] para andar con [nuestro] Dios”?18. ¿No es el privilegio de servir lo que buscamos, la fuerza impulsora de la compasión a sentir? ¿No es el poder de la fortaleza que da Dios y la bendición del conocimiento lo que estimamos? ¿No es el poder del pensamiento y de la acción desinteresados, la falta de egoísmo, la habilidad para elevarnos por encima de la crítica y la mezquindad lo que deseamos? El poder para ser instrumentos en la salvación de las almas ha sido conforme a la Sociedad de Socorro. Edificar testimonios firmes de la divinidad del Salvador y del Evangelio es nuestro objetivo principal. La caridad, el amor puro de Cristo, es el principio que nos guía19.
Una vez más se nos recuerda que esos aspectos del poder se derivan de la “unidad de sentimientos”, la “unidad de sentimientos” entre nosotras y con nuestro Padre Celestial. Esta clase de unidad no se puede mantener con éxito sin todo lo que no sea lo mejor de cada uno de nosotros. No conformarnos con la sola mediocridad aumenta la capacidad de la organización para hacer uso de este poder que proviene de los cielos en toda su plenitud. Nuestra visión y objetivo deben ser exaltados, y la integridad de propósito y confiabilidad de cada miembro deben aumentar.
Aquellos a quienes se les da poder deben asumir las responsabilidades que lo acompañan. Una de ellas es el liderazgo prudente. Guiar, persuadir y dirigir correctamente20, fortalecer en rectitud, instruir e impulsar la acción valiente son aspectos del liderazgo para los que las mujeres de la Sociedad de Socorro están capacitadas21. La fortaleza de una organización consagrada al bien, que se adapta a las cosas que se deben hacer y está convencida de que su labor es básica y espiritualmente correcta, es la fortaleza que el Señor requiere de nosotras. Cada Sociedad de Socorro, no importa cuán pequeña sea ni cuán aislada esté, debe ser partícipe de esta “unidad de sentimientos”.
En su epístola a los romanos, Pablo habla de “la fe que tenemos en común, vosotros y yo”22, y ruega a sus hermanos que le ayuden23 en todas las cosas que se deben hacer. Les advierte que eviten “disensiones y tropiezos en contra de la doctrina”24, y hace mención de algunas hermanas a quienes elogia de manera particular:
Os encomiendo a Febe, nuestra hermana, quien está al servicio de la iglesia que está en Cencrea;
que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que a ella le sea menester; porque ella ha ayudado a muchos y también a mí mismo.
Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,
que expusieron su vida por mí, a quienes no solo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles…
Saludad a Mary, quien ha trabajado mucho entre vosotros…
Saludad a Trifena y a Trifosa, que trabajan arduamente en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, quien ha trabajado mucho en el Señor25.
Esta clase de elogio también se les puede hacer a muchas de las mujeres de esta dispensación. De un gran número de las hermanas que tienen oficios en la sociedad podría decirse, en palabras de Pablo, que “trabajan arduamente en el Señor”26. Sin embargo, es la sociedad en su conjunto, como organización auxiliar de la Iglesia, la que recibe poder de Dios por la “unidad de sentimientos”, que es lo que mejor sirve para hacer la obra que Él desearía que una organización de Sus hijas hiciera.
¡Cuán bellos los vínculos de hermandad! Inspiradores los lazos de la amistad. Gloriosa la labor de miles de hermanas unidas con un propósito justo. Llena de humildad darse cuenta de que lo que hemos de hacer es la obra del Señor.
Que Él nos bendiga con el deseo de acercarnos a Él en “unidad de sentimientos”, y a ser uno como Cristo pidió en oración que fuesen Sus seguidores. Lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
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Notas al pie de página
Notas al pie de página
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[1]“Louise W. Madsen, Former Relief Society Officer, Dies at 78”, Deseret News, 6–7 de octubre de 1987.
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[2]La Escuela Secundaria SUD, también llamada Escuela Universitaria SUD, ofrecía cursos de secundaria y de nivel universitario. (Lillie C. Adams, “Elen Louise Wallace Madsen Called to the General Board”, Relief Society Magazine, tomo XXXV, nro. 2 [febrero de 1948], pág. 81; “Louise W. Madsen”).
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[3]“Louise W. Madsen”.
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[4]Adams, “Elen Louise Wallace Madsen Called to the General Board”, pág. 81. La hermana Madsen enseñó no mucho después de que diera comienzo el programa de Seminario de los Santos de los Últimos Días.
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[5]“Louise W. Madsen”.
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[6]Marianne C. Sharp, “Elen Louise Wallace Madsen Appointed Second Counselor in the General Presidency of Relief Society”, Relief Society Magazine, tomo XLV, nro. 10 (octubre de 1958), págs. 651–652. La hermana Madsen sirvió, entre otros, en los comités de fiesta de Navidad, ayudas pedagógicas, literatura, conferencia de la Sociedad de Socorro, poesía, relato breve, ciencias sociales y convenciones de estaca. (Relief Society General Board Minutes, tomo XXVII, 1948–1949, págs. 211–212, 401–402; tomo XXVIII, 1950–1951, págs. 243–244, 444–445; tomo XXIX, 1952–1953, págs. 211–212, 473–474; tomo XXX, 1954–1955, págs. 239–241, 507–509; tomo XXXI, 1956–1957, págs. 251–252, 289–290; tomo XXXII, 1958–1959, págs. 196–197, CHL).
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[7]“New Titles for Lesson Courses”, Relief Society Magazine, tomo LIII, nro. 6 (junio de 1966), pág. 460; “Louise W. Madsen”.
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[8]Relief Society General Board Minutes, tomo XXXIII, 1960, 6 de enero de 1960, pág. 10; “Louise W. Madsen”. La Cruz Roja comenzó un programa de capacitación sobre enfermería domiciliaria en 1908, y la Sociedad de Socorro pronto auspició esos cursos, en la década de 1920. (Lavinia L. Dock et al., History of American Red Cross Nursing [New York: Macmillan, 1922], 1352–1354; Jill Mulvay Derr, Janath Russell Cannon y Maureen Ursenbach Beecher, Women of Covenant: The Story of Relief Society [Salt Lake City: Deseret Book, 1992], págs. 233–234).
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[9]“Need for Relief Society Nurseries”, pág. 2, Louise W. Madsen Papers, CHL. El primer manual de guardería de la Sociedad de Socorro data de 1963. Desde 1951 la Primaria contó con cursos de estudio de guardería para niños de hasta cuatro años de edad, y con una clase para niños menores de tres años comenzando alrededor de 1956. (“Nursery Committee Report”, pág. 1, Louise W. Madsen Papers, CHL; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, pág. 345; Carol Cornwall Madsen y Susan Staker Oman, Sisters and Little Saints: One Hundred Years of Primary [Salt Lake City: Deseret Book, 1979], pág. 208).
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[10]“Louise W. Madsen”. A mediados del siglo XX, el Consejo Nacional de Mujeres (NCW, por sus siglas en inglés) era una organización moderada que apoyaba la paz y respaldaba enérgicamente a las Naciones Unidas. Belle S. Spafford, que comenzó a ocupar un cargo en el NCW en 1948 y prestaría servicio como presidenta desde 1968 hasta 1970, informó tras las reuniones de 1952 de que lo que más preocupaba al Consejo eran las decadentes normas de moralidad, la descomposición de la vida familiar, el aumento del laicismo y el materialismo, y los inadecuados sistemas educativos. (Margaret Nunnelley Olsen, “One Nation, One World: American Clubwomen and the Politics of Internationalism, 1945–1961” [tesis de maestría, Rice University, 2007], págs. 73–76; Belle S. Spafford, “The National Council of Women”, Relief Society Magazine, tomo XL, nro. 4 [abril de 1953], pág. 217; Priscilla L. Evans, “President Belle S. Spafford Elected to Office in the National Council of Women”, Relief Society Magazine, tomo XXXVI, nro. 1 [enero de 1949], págs. 20–21; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, pág. 337).
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[11]“Louise W. Madsen”.
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[12]Estos acontecimientos incluían la paliza y asesinato de Emmett Till, un afroamericano de catorce años de edad; los tiroteos y bombardeos de autobuses, hogares afroamericanos e iglesias que siguieron al boicot de autobuses de Montgomery; y adultos blancos que amenazaban y se mofaban de niños afroamericanos durante la eliminación de la segregación racial de la Escuela Secundaria Central en Little Rock, Arkansas. (Robert J. Norrell, The House I Live In: Race in the American Century [New York: Oxford University Press, 2005], págs. 174–186).
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[13]Si desea más información sobre la Crisis de los misiles en Cuba, consulte Len Scott y R. Gerald Hughes, eds., The Cuban Missile Crisis: A Critical Reappraisal (London: Routledge, 2015).
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[15]David O. McKay, “Unity in the Church”, Instructor, tomo LXXXVII, nro. 8 (agosto de 1952), pág. 225.
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[17]Nauvoo Relief Society Minute Book, 9 de junio de 1842, pág. 61, en Jill Mulvay Derr, Carol Cornwall Madsen, Kate Holbrook y Matthew J. Grow, eds., The First Fifty Years of Relief Society: Key Documents in Latter-day Saint Women’s History (Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2016), pág. 78.
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[18]Véase Miqueas 6:8.
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[19]Véase Moroni 7:47.
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[20]Véase “Know This, That Every Soul Is Free”, Hymns, Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1948), nro. 90; véase también Hymns of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1985), nro. 240.
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[21]Las hermanas de la Sociedad de Socorro tomaban cursos mensuales de literatura, ciencias sociales, tareas domésticas (reuniones de trabajo) y teología. En esta época, expertos en campos relevantes escribían lecciones, incluso lecciones pensadas para compartirse por medio del programa de las maestras visitantes, que aparecían en Relief Society Magazine. Las hermanas miembros de la Mesa Directiva General de la Sociedad de Socorro leían y evaluaban todas las lecciones antes de su publicación. Los objetivos de los cursos de estudio incluían aumentar en las hermanas el gusto por la literatura, su sentido de compromiso social y el conocimiento sobre el modo de servir de manera más eficaz, su espiritualidad y comprensión de las doctrinas de la Iglesia, y su conciencia ciudadana. (“Lesson Department”, Relief Society Magazine, tomo XLVIII, nro. 6 [junio de 1961], págs. 411–420; Alice C. Smith, entrevista con Harvard Heath, 25 de octubre de 1985, pág. 42, Universidad Brigham Young; Handbook of Instructions of the Relief Society of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints [Salt Lake City: General Board of Relief Society, 1962], pág. 92).
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[23]Véase Romanos 15:30.
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[25]Citado en el original: “Romanos 16:1–4, 6, 12”. Si desea más información sobre estas mujeres, véanse Peter Lampe, From Paul to Valentinus: Christians at Rome in the First Two Centuries (Minneapolis: Fortress Press, 2003); y Elisabeth Schüssler Fiorenza, In Memory of Her: A Feminist Theological Reconstruction of Christian Origins (New York: Crossroad, 1994).