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El sentido de responsabilidad del oficio
Conferencia General de la Sociedad de Socorro
Edificio del Obispo, Salt Lake City, Utah
4 de abril de 1933
La vida de cada una de nosotras la determina en gran medida una responsabilidad triple: el deber para con nosotras mismas, el deber para con nuestros semejantes y el deber para con nuestro Dios. Las leyes de la ética establecen ciertas normas que controlan las relaciones y el comportamiento humano.
Las hermanas que forman parte de una organización de la Sociedad de Socorro se hallan en una escuela de capacitación en ética muy superior a cualquier otra clase o cualquier otro club. Además de adquirir conocimiento mediante lecciones esbozadas, ellas aprenden otras lecciones sobre el valor, la tolerancia, la bondad y la dedicación. Esta escuela trata también de generar en sus miembros un sentimiento de responsabilidad social, de estimular el interés en el bienestar de sus vecinos, y desarrollar el interés en las personas de toda clase y toda raza.
Cada mujer que entra como oficial11 al servicio de esta organización lo hace con cierto grado de ambición y con la determinación de adquirir nuevas ideas y experiencias que le darán una visión más amplia de la vida, elevarán sus propios modelos de ideales y los de otras personas, y presta un servicio eficaz a aquellos con quienes tiene contacto. La preparación para una vida mejor y más plena nunca antes ha sido tan intensa. Las mujeres están interesadas en más cosas y en más personas que antes. Están deseosas por saber más en cuanto a la naturaleza humana, a su propia personalidad y a su desarrollo.
Aquellas a quienes se les ha dado la responsabilidad de dirigir esta preparación12 deben elevarse al nivel de sus posibilidades y ofrecer oportunidades y experiencias a sus respectivos grupos, lo cual hará posible que descubran una vida más libre de las cosas que desalientan, preocupan y enojan, y más llena de las cosas que satisfacen, estimulan e inspiran. Nosotras no hemos solicitado esta responsabilidad, pero se nos ha otorgado como un honor. No obstante, cualquier oficio deja de ser un honor a menos que ese oficio se honre. Ben Jonson dice: “Los grandes honores son grandes cargas, pero para quien los recibe con codicia la carga es doble. En toda dignidad, sus afanes deben ser aún el doble que sus gozos”13.
Ser merecedora de presidir con dignidad y aplomo una sociedad bien organizada es el máximo logro de una oficial; alcanzarlo requiere una labor larga y ardua.
La misión de las oficiales es crear y desarrollar en la vida de nuestras miembros el espíritu del Evangelio, y llevar su mensaje a todas las personas a fin de alentar a quienes están afligidos o descorazonados.
Al acercarnos al final de la temporada en nuestro plan de trabajo, bien podríamos preguntarnos: El trabajo de este año, ¿ha sido un éxito o un fracaso en lo que a mí concierne individualmente? ¿Qué es el éxito y cómo se ha de medir? No por la duración de los días ni por la acumulación de conocimiento o influencia, sino por la adaptación continua e implacable de nuestros poderes y capacidades a las oportunidades y necesidades de nuestro entorno.
Puede que ese resultado quede muy lejos del listón que nos hemos puesto, o hasta puede que lo supere, pero nada puede sobrepasar en majestuosidad de propósito al deseo de hacer el uso más eficaz de nuestros talentos al servicio de los demás.
Esa oficial de la Sociedad de Socorro que ha vivido bien, ha amado mucho, ha dado con generosidad, ha servido de buena gana y ha aumentado en gracia mediante su responsabilidad, ha alcanzado el éxito. Ha fallado si ha ignorado la verdad, si ha desechado sus ideales más elevados y ha desdeñado las normas de su propia organización y de la Iglesia.
Reparemos seriamente en la responsabilidad que yace sobre nosotras a fin de levantarnos y brillar, y de mostrar a un mundo dubitativo, expectante y escéptico que hay un Dios en los cielos, que Jesucristo vive y que le importa el bienestar de Sus hijos.
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Notas al pie de página
Notas al pie de página
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[1]“Mrs. Lalene H. Hart”, Relief Society Magazine, tomo VIII, nro. 7 (julio de 1921), pág. 394. El Colegio Universitario Brigham Young y la Academia Cassia Stake eran escuelas de la Iglesia. La Mesa Directiva de Educación de la Iglesia decidió cerrar la Academia Cassia Stake en 1925, y el Colegio Universitario Brigham Young se cerró en mayo de 1926. (Arnold Kent Garr, “Brigham Young College”, in Encyclopedia of Mormonism, edición de Daniel H. Ludlow, 5 tomos [New York: Macmillan, 1992], tomo I, pág. 219; William E. Berrett, A Miracle in Weekday Religious Education [Salt Lake City: Salt Lake Printing Center, 1988], págs. 36–37; “Cassia Stake Academy to Have New Building”, Deseret News, 23 de mayo de 1908).
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[2]Véase, por ejemplo, “Of Interest to Women”, Relief Society Magazine, tomo X, nro. 1 (enero de 1923), pág. 35.
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[3]“Lalene H. Hart”, obituario, Deseret News, 28 de julio de 1972; Elaine Justesen, Treasures in Heaven: A Biography of Charles Henry Hart, 1866–1934 (Salt Lake City: Charles Henry Hart Family Organization, 1999), págs. 38–39.
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[4]Justesen, Treasures in Heaven, págs. 77, 83.
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[5]Justesen, Treasures in Heaven, pág. 80. Durante esta época, las mujeres casadas con presidentes de misión servían como “presidentas de la Sociedad de Socorro de misión”. En esta función, organizaban conferencias de la Sociedad de Socorro y visitaban las unidades de la organización, supervisaban la labor de llevar registros, coordinaban la actividad de la Sociedad de Socorro con la obra misional, comunicaban y establecían las normas de la Sociedad de Socorro y enviaban informes a las Oficinas Generales de la Iglesia. La costumbre de asignar presidentas de Sociedad de Socorro de misión comenzó en 1916 y duró hasta 1964, cuando el título del cargo pasó a ser “Supervisora de la Sociedad de Socorro de misión”. Las supervisoras de Sociedad de Socorro de misión fueron asignadas por lo menos hasta 1973. (Amy Brown Lyman, “General Conference of the Relief Society”, Relief Society Magazine, tomo III, nro. 12 [diciembre de 1916], pág. 663; “Mrs. Lalene H. Hart”, Relief Society Magazine, tomo XVIII, nro. 6 [junio de 1931], págs. 335–338; Relief Society Annual General Conference Program, 1963, pág. 18; 1964, pág. 16; 1973, pág. 21, Relief Society Conference and Convention Programs, 1916–1975, Biblioteca de Historia de la Iglesia [CHL, por sus siglas en inglés]).
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[6]“Mrs. Lalene H. Hart”, Relief Society Magazine, tomo XIV, nro. 6 (junio de 1927), pág. 312.
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[7]Lalene H. Hart, “The Social Service Institute”, Relief Society Magazine, tomo XIX, nro. 1 (enero de 1932), págs. 33–36; Relief Society General Board Minutes, tomo XIX, 1932–1933, 7 de diciembre de 1932, pág. 72, CHL.
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[8]David Hall, “Anxiously Engaged: Amy Brown Lyman and Relief Society Charity Work, 1917–45”, Dialogue: A Journal of Mormon Thought, tomo XXVII, nro. 2 (verano de 1994), págs. 82, 85.
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[9]Handbook of the Relief Society of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Salt Lake City: General Board of the Relief Society, 1931), págs. 55, 178–180; Mayola R. Miltenberger, Fifty Years of Relief Society Social Services (Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1987); Jill Mulvay Derr, “A History of Social Services in the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1916–1984” (Salt Lake City: LDS Social Services, 1988), págs. 38–62.
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[10]Relief Society Annual General Conference Program, 1933, Relief Society Conference and Convention Programs.
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[11]El término oficial hacía referencia a las hermanas de la Sociedad de Socorro que ocupaban puestos de liderazgo. Las estacas y los barrios tenían oficiales ejecutivas (presidenta, primera y segunda consejera, y secretaria-tesorera), y otras oficiales, como directora de coro, maestra, organista y representante de revistas. (Handbook of the Relief Society of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints [Salt Lake City: General Board of the Relief Society, 1931], págs. 134, 141).
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[12]La reunión en la que la hermana Hart pronunció este discurso era específicamente para oficiales de la Sociedad de Socorro, no para los miembros en general. En 1933, las reuniones para oficiales tenían lugar dos veces al año, y se llevaban a cabo en la víspera de las dos sesiones generales de la conferencia general de la Sociedad de Socorro. (“Officers’ Meeting”, Relief Society Magazine, tomo IV, nro. 6 [junio de 1917], págs. 323–324).
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[13]Ben Jonson, Catiline, acto III, escena I, ll. págs. 1–4.