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¿Dónde está su confianza en Dios?
Concentración de santos emigrantes en el lago Erie
Buffalo, Nueva York
Mayo de 1831
“Hermanos y hermanas”, dije, “nos hacemos llamar Santos de los Últimos Días y profesamos haber salido de entre el mundo con el propósito de servir a Dios y la determinación de hacerlo con todo nuestro poder, mente y fuerza, a costa de todas las cosas de esta tierra, ¿y comenzarán a quejarse y a murmurar como los hijos de Israel al primer sacrificio que tengan que hacer de su comodidad? O peor aún, ya que aquí están mis hermanas ¡preocupadas porque no tienen sus mecedoras!9. Y, hermanos, de ustedes yo esperaba ayuda, y buscaba algo de firmeza; sin embargo se quejan porque han dejado una buena casa y porque ahora no tienen un hogar al que ir, y no saben si lo tendrán cuando lleguen al final de su viaje; y encima, ustedes no saben si morirán de hambre antes de haber salido de Buffalo. ¿Quién en esta compañía ha pasado hambre? ¿A quién le ha faltado algo para sentirse cómodo, tanto como lo permiten nuestras circunstancias? ¿No he puesto yo cada día comida ante ustedes y los he recibido a todos como a mis propios hijos, para que a quienes no habían provisto para sí mismos no les faltase nada?10.
“Y aun cuando no hubiera sido así, ¿dónde está su fe?11. ¿Dónde está su confianza en Dios? ¿Saben que todas las cosas están en Sus manos? Él creó todas las cosas y todavía rige sobre ellas, y qué fácil sería para Dios que el camino se abriera ante nosotros si tan solo cada santo aquí elevara sus deseos a Él en oración. Cuán fácil sería para Dios hacer que el hielo se partiera y pudiéramos proseguir nuestro viaje en un instante; pero, ¿cómo esperan que el Señor los prospere si están constantemente murmurando contra Él?”.
En ese momento un hombre exclamó desde la orilla del agua: “¿Es verdadero el Libro de Mormón?”. “Ese libro”, dije yo, “fue sacado a la luz por el poder de Dios y traducido por ese mismo poder. Y si pudiera hacer que mi voz sonara tan alto como la trompeta de Miguel el Arcángel, declararía la verdad de tierra en tierra y de mar en mar, y resonaría de isla en isla hasta que no hubiese ni uno solo de toda la familia del hombre que quedase sin excusa. Porque todos deben oír la verdad del evangelio del Hijo de Dios, y yo la haría resonar en cada oído, que Él se ha vuelto a revelar al hombre en estos últimos días, y ha extendido Su mano para congregar a Su pueblo sobre una buena tierra y, si le temen y andan en rectitud ante Él, será para ellos por herencia; pero si se rebelan contra Su ley, Su mano será contra ellos, para dispersarlos y barrerlos de sobre la faz de la tierra. Porque Dios se dispone a efectuar una obra sobre la tierra, y el hombre no puede impedir una obra que es para la salvación de todos los que crean plenamente en ella, sí, todos los que recurran a Él; y para todos los que se hallan aquí en este día será un salvador de vida para vida, o de muerte para muerte: un salvador de vida para vida si lo reciben, pero de muerte para muerte si rechazan el consejo de Dios para su propia condenación12. Porque cada hombre recibirá conforme a los deseos de su corazón, y si desea esta verdad, el camino está abierto para todos y, si es su voluntad, puede escuchar y vivir13; mientras que si trata la verdad con indiferencia y desprecia la sencillez de la palabra de Dios, se cerrará a sí mismo las puertas de los cielos. Ahora bien, hermanos y hermanas, si todos ustedes elevan sus deseos a los cielos para que el hielo ceda ante nosotros y seamos libres para seguir nuestro camino, tan cierto como vive el Señor será hecho”.
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Notas al pie de página
Notas al pie de página
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[1]William Smith, William Smith on Mormonism, Lamoni, IA: Herald Steam Press, 1883, págs. 6–7.
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[2]Irene M. Bates, “Lucy Mack Smith—First Mormon Mother”, en Lucy’s Book: A Critical Edition of Lucy Mack Smith’s Family Memoir, editado por Lavina Fielding Anderson, Salt Lake City: Signature Books, 2001, págs. 6–7.
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[3]Karen Lynn Davidson, David J. Whittaker, Mark Ashurst-McGee y Richard L. Jensen, editores, Histories, Volume 1: Joseph Smith Histories, 1832–1844, tomo I de la serie Histories de The Joseph Smith Papers, editado por Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman, Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2012, pág. 366.
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[4]Larry C. Porter, “‘Ye Shall Go to the Ohio’: Exodus of the New York Saints to Ohio, 1831”, en Regional Studies in Latter-day Saint Church History: Ohio, editado por Milton V. Backman Jr., Provo, UT: Department of Church History and Doctrine, Universidad Brigham Young, 1990, págs. 14–15, 23.
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[5]Lucy Mack Smith, History, 1844–1845, 18 libros, libro 11, págs. 2–3, 8–10, Biblioteca de Historia de la Iglesia; Anderson, Lucy’s Book, pág. 511n3. El relato de Smith se considera fiable en su conjunto, pero también refleja la percepción que ella tenía muchos años después.
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[6]Smith, History, libro 11, pág. 6.
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[7]Smith, History, libro 11, págs. 6–7; libro 12, págs. 1–2.
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[8]Porter, “Ye Shall Go to the Ohio”, pág. 18.
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[9]En un momento dado del viaje, Smith reprendió a las madres de la compañía que no atendían a sus hijos. Ella recordaba que más tarde las mujeres fueron a ella con quejas: “Me parece que nos hubiera ido mejor quedándonos en casa, porque allí podríamos sentarnos en nuestras mecedoras y tener toda la comodidad que quisiéramos, y aquí estamos agotadas y sin un lugar donde descansar”. (Smith, History, libro 11, pág. 5).
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[10]Al principio del viaje, mientras la compañía organizaba el liderazgo y los recursos, Smith descubrió que había unas veinte personas que disponían de menos de dos comidas. Ella recordaba que mantuvo a quienes no tenían dinero, así como a los treinta niños que estaban a bordo. (Smith, History, libro 11, págs. 2–3).
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[12]Véanse 2 Corintios 2:16; y Doctrina y Convenios 20:15.