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Los frutos de nuestra labor
Asociación de Mejoramiento Mutuo de las Mujeres Jóvenes del Barrio Once de Salt Lake City
Salt Lake City, Territorio de Utah
18 de octubre de 1880
Hace ya nueve años que iniciamos la tarea de remodelarnos8, que comenzamos a ser conscientes de la existencia de nuestro ser espiritual, y de que la vida no se nos dio para que pudiéramos comer, dormir, hacer dinero y morir, sino que empezamos a aprender la necesidad de cultivar la mente, atender las necesidades del alma inmortal y entrenar el corazón en las sendas de la obediencia a Dios y a la luz de la inspiración. Vislumbramos el destello de un propósito más noble y elevado de la vida.
Se ha hecho mucho, pero la obra acaba de comenzar. ¿Cuántas de las niñas que hace años acudían en tropel al banquete para la mente y el alma que se preparaba para ellas cada semana en nuestras pequeñas reuniones son ahora felices esposas (pese a que un gran número de ellas han entrado en el orden del matrimonio celestial)9 y son madres devotas más cualificadas para cumplir con las sagradas tareas de la maternidad y, en consecuencia, hacen un bien a la sociedad?10.
De nuestras filas han salido, y seguirán saliendo a nuevos campos de trabajo, mujeres cuyos nombres serán honrados en todo lugar al que llegue el son del Evangelio. Las semillas de su éxito y su honra se plantaron cuando hicieron su primer conato de hablar en un contexto organizado11, y se sustentaron en una sucesión de incansables esfuerzos, luchando mano a mano contra los poderes de las tinieblas y la maldad que podían ver en sí mismas. Y vencieron en cierta medida mediante el ayuno y la ferviente oración, con cantos y adorando a Dios, y las horas les parecían instantes.
Apenas nos detenemos a pensar seriamente en otra cosa que no sea la moda12. Muchas de nuestras aspiraciones no van más allá de las plumas que adornan nuestra cabeza. Nuestros ojos no ven sino los defectos de otras personas y nuestros oídos consienten el chisme y el prejuicio, mientras que nuestros labios no son sino siervos de nuestros pensamientos frívolos y ociosos. Con demasiada facilidad nos sentimos conformes con nosotras mismas y con nuestras labores. Mientras la gran obra de la vida avanza sin cesar y requiere obreros activos y sinceros en la causa de la humanidad, nosotras, en nuestra búsqueda obsesiva de placer, pasamos de largo toda oportunidad de hacer lo bueno y toda puerta abierta para nuestro progreso mientras nuestra naturaleza espiritual, ansiosa y muerta de hambre, debe hacerse a un lado y esperar el momento en que se le permita abogar por su justa causa sin ser acallada para siempre por la severa e insensible voz de nuestra propia naturaleza egoísta. Ahora, salgamos de este camino que destruye el alma y el cuerpo, y escuchemos el razonamiento que nos mantendrá en la senda de la paz, la honra y la vida eterna.
¡Oh, que nosotras, las hijas de Sion, reclamemos nuestro privilegio de ir a la cabeza en todo lo que sea puro y refinado! Dios requiere esto de nuestras manos. Cultivemos más la verdadera modestia y menos la mojigatería13. Más caridad mutua y respeto fraternal sincero, y menos complacencia en los halagos; que nuestras conversaciones cotidianas dentro y fuera del hogar sean propios de la nobleza pura del alma. Podemos vencer nuestros modales bruscos y ordinarios, usar solamente un lenguaje casto y elegante, y mostrar siempre respeto y consideración por los sentimientos y las opiniones de los demás14. Fortalecidas de este modo podremos sentirnos confiadas en presencia de personas refinadas sin tener que llevar un libro de protocolo en el bolsillo15.
Busquemos esa guía que mantenga limpia una reputación sin mancha y evite que nos relacionemos con los maleducados y los inicuos. Sintámonos orgullosas de preservar los principios de la verdad que permanecerán cuando las naciones que ahora son prósperas se desmoronen, sin amedrentarnos ante las burlas ni temer nada que no sea el castigo de nuestro Creador ofendido. No nos privemos de una herencia con nuestro Padre Celestial por causa de la insensatez y la desobediencia. Dios requiere de nosotras todo lo que podamos hacer, y al final nuestros corazones serán henchidos del gozo y la gratitud sempiternos que sobrepasan todo entendimiento.
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Notas al pie de página
Notas al pie de página
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[1]“Death Closes Rich Career of Church Worker, Mother”, Deseret News, 24 de marzo de 1937; Andrew Jenson, Latter-day Saint Biographical Encyclopedia: A Compilation of Biographical Sketches of Prominent Men and Women in the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 4 tomos, Salt Lake City: Andrew Jenson History Co., 1901–1936, tomo IV, pág. 284; Susa Young Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Salt Lake City: Deseret News, 1911, págs. 149–150.
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[2]Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, tomo I, 1871–1877, 18 de octubre de 1871, pág. 1, Biblioteca de Historia de la Iglesia; Jenson, LDS Biographical Encyclopedia, tomo IV, pág. 284; Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, tomo II, 1878–1889, 21 de febrero de 1881, pág. 195; 24 de octubre de 1881, pág. 227. Para obtener más información sobre el periódico manuscrito, véase el capítulo 19 de este libro.
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[3]Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, pág. 151. Mary Ann Freeze escribió en su diario sobre el día en que se casaron: “Este ha sido un día sumamente memorable para todos nosotros, ya que una nueva esposa se ha unido a nuestra familia. Todos fuimos a la Casa de Investiduras para ser testigos de la ceremonia, y yo tuve el privilegio de llevar a la novia al altar”. Con el tiempo, James Freeze tuvo cuatro esposas plurales. (Mary Ann Burnham Freeze, Diary, 14 de junio de 1875, BYU; Jenson, LDS Biographical Encyclopedia, tomo IV, pág. 260).
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[4]Elmina S. Taylor, Presidenta General de la YLMIA, pensó que sería una ventaja para ambas organizaciones que la hermana Freeze sirviera como oficial tanto en la Mesa Directiva General de la Primaria como en la de la YLMIA, y que representara a las dos cuando viajara. (Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, pág. 151; “Death Closes Rich Career”; Jenson, LDS Biographical Encyclopedia, tomo IV, pág. 284).
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[5]A la hermana Freeze le preocupaba el uso de tabaco por parte de los jóvenes del lugar. (Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, 20 de septiembre de 1880, págs. 171–172).
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[6]Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, 27 de septiembre de 1880, pág. 174.
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[7]También estaban presentes y dirigieron la palabra Elmina S. Taylor, primera Presidenta General de la YLMIA; Mary Isabella Horne, primera presidenta de la Sociedad de Socorro de la Estaca Salt Lake y presidenta de la Asociación de Moderación; Sarah M. Kimball, presidenta de la Sociedad de Socorro del Barrio Quince de Salt Lake City y secretaria de la primera Presidencia General de la Sociedad de Socorro; Serepta M. Heywood, consejera de la presidencia de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete de Salt Lake City; Hannah Tapfield King, presidenta de la Sociedad de Socorro del Barrio Diecisiete; Clara Cannon, Segunda Consejera de la Presidencia General de la Primaria; y Elizabeth Howard, presidenta de la Sociedad de Socorro del Barrio Big Cottonwood y consejera de la hermana Horne en la Asociación de Moderación. (Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, 18 de octubre de 1880, págs. 174–175).
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[8]La Asociación de Moderación para Jóvenes del Barrio Once de Salt Lake City se organizó en 1870. La hermana Freeze se unió a ella casi inmediatamente. (Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, págs. 150–151).
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[9]Los Santos de los Últimos Días del siglo diecinueve solían utilizar la expresión “matrimonio celestial” para referirse al matrimonio plural.
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[10]Los artículos y editoriales de las revistas patrocinadas por la Iglesia recalcaban con frecuencia la responsabilidad de las jovencitas de prepararse para el matrimonio y la maternidad. (Véase, por ejemplo, L. W. E., “Young Ladies’ Associations”, Contributor, tomo I, nro. 7, abril de 1880, pág. 167).
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[11]Entre las jovencitas persistía el miedo a hablar en público, incluso diez años después de que se reunieran por primera vez. Un mes antes de esta reunión de octubre de 1880, la consejera de la YLMIA del Barrio Once, Louie White, “habló de la timidez que se apoderaba de nosotras cuando tratábamos de levantarnos y hablar. Dijo que debíamos tratar de superar ese sentimiento, porque era nuestro deber hablar de la bondad de Dios. Dijo que ninguna era demasiado joven para hacerlo”. (Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, 20 de septiembre de 1880, pág. 172).
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[12]En julio de 1877, la YLMIA del Barrio Once adoptó resoluciones como “que no iremos en pos de las insensatas y repugnantes modas del mundo, sino que nos vestiremos de manera sencilla, aseada y favorecedora, evitando estrictamente toda extravagancia y dedicando los recursos que así ahorremos a la edificación del Reino de Dios”. (Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, julio de 1877, pág. 497).
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[13]Un diccionario de 1899 definía modestia como “un sentido de decoro; ausencia de arrogancia, descaro o presunción; discreción, timidez, inseguridad; tímida reticencia… Moderación; ausencia de exceso, extravagancia o exageración. Castidad; pureza de modales; decencia; ausencia de lascivia y de impureza”. La mojigatería, en cambio, significaba “simpatía o meticulosidad afectada o excesiva; falsa modestia”. (Robert Hunter y Charles Morris, editores, Universal Dictionary of the English Language, Nueva York: Peter Fenelon Collier, 1899, págs. 3168, 3794).
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[14]La YLMIA del Barrio Once también decretó “que cesaremos de hablar mal las unas de las otras y de cualquier ungido del Señor”. (Eleventh Ward YWMIA Minutes and Records, julio de 1877, pág. 497).
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[15]Posteriormente la hermana Freeze escribió artículos sobre protocolo en la revista Young Woman’s Journal. (Véase Lillie T. Freeze, “Chapter on Etiquette”, Young Woman’s Journal, tomo III, nros. 6 y 8, marzo y mayo de 1892, págs. 280–282, 382–383).